Creador de avanzada como él solo, investigador permanente, transgresor de los condicionamientos culturales sobre la manera de hacer, percibir y comunicar una obra de arte, Víctor Lucena vuelve a Caracas con una super muestra que lleva su nombre, en el Espacio Monitor del Centro de Arte Los Galpones.
La nueva sala dirigida por Luis Miguel La Corte, y con Miguel Miguel García en la curaduría, está albergando desde el 16 de febrero de 2014 –hasta el domingo 27 de abril– las obras más recientes e inéditas del reconocido artista venezolano que nació en Caracas en 1948 y tiene más de cuarenta años viviendo y trabajando en Europa. Actualmente reside en la ciudad de Lucca, Toscana, cerca de Florencia, la cuna del Renacimiento.
Sin duda, Víctor Lucena tiene sus toques de contemporaneidad por los cuatro costados. Toques expresados físicamente en sus obras, y en una especie de cartilla, con fecha enero de 2014, donde sintetiza cinco puntos básicos de su pensamiento. Los transcribimos al pie de la letra, sólo agregando los numeritos iniciales.
1-Reflexionar: voluntad que aproxima a la imaginación y solicita los sentidos.
2-Al margen quedan: prejuicios y preconceptos; cánones, métodos y fórmulas ajenas a nuestra esencia natural, humana y filosófica.
3-Ser ente del pensar y del quehacer.
4-Traducir: hacer evidente un fenómeno, evento o hecho, en un acontecimiento inédito.
5-¡Existir en el propio tiempo!
Y por supuesto, vivir, sentir, hacer, en el propio tiempo. En el marco de la filosofía, la matemática, que “son los dos perfectos que se suman”, como el mismo Lucena lo explica. Vivir con el conocimiento de lo que han hecho las generaciones anteriores, de épocas recientes o lejanas: artistas innovadores como Leonardo, Piero della Francesca, Max Bill, Vantongerloo y muchos más.
Todos ellos son inventores que proponen nuevos problemas y nuevas soluciones. Lucena aclara que no se trata de reproponer o transformar lo que han hecho artistas de otros tiempos, sino realizar aportes originales. Es necesario conocer la historia, ya que quien no la conoce está condenado a repetirla.
“Yo sigo otra línea y la sigo precisamente porque ellos me muestran problemas que yo no debo plantearme, porque todo cuanto se ha hecho es todo cuanto yo no debo hacer (…). Esta es nuestra función histórica y debemos asumirla como tal: justificar nuestra existencia inventando e imaginando cada vez más cosas que no pertenecen al legado de otras personas: inventar, imaginar. Esa es nuestra función”.
Son palabras que proceden de una entrevista a Víctor Lucena, realizada por María Luz Cárdenas, en el marco de la Exposición del artista en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas en 1980.
Magnus perfectus numerus idealis
Y ese latinazo ¿a qué viene?
Encabeza un breve texto escrito por Lucena en Lucca, Italia, el 28 de enero de 2014. No sólo tiene palabras eruditas en latín, sino también ideogramas de nuestra cultura primigenia, como el Aleph con su respectivo signo, Gimel, Phi, Tau, etcétera.
El artista habla de convergencias y sumas de dos perfectos: “el perfectísimo es el producto imaginado de la totalidad de la dimensión creada”.
Esas creaciones de Víctor Lucena están científicamente calculadas en sus dimensiones, proporciones, coordenadas, perspectivas, simetrías, pesos, medidas, temperatura, color, espacio, tiempo, siempre con arreglo a los principios de los procesos artísticos y las estrategias de comportamiento.
Con respecto a su trabajo, Lucena argumenta que “la certeza que tenemos es: desde la creación del universo, todo evoluciona desde su propia naturaleza y dimensión, lo cual se corresponde a sí mismo y a la vez se anula. Es de elegante expresión, que el saber de nuestros tiempos se corresponde con el principio del volver en órbitas distintas en un sinfín dinámico, natural, mecánico, que del todo se ampara en la mente. ¡Es de perfectos…! ¡El perfectísimo!”.
¿Quieren comprobarlo?
Pasen por el Galpón Nro.1
Lo descubrirán todo en la instalación integrada por unas diez obras. Algunas formadas de una sola pieza, otras de varias: estructuras de espacios vacíos y fluctuantes, abiertas, dramáticas, como la vida en la contemporaneidad, hechas de materiales varios.
Verán en ellas lo que ustedes quieran, porque como espectadores son también protagonistas creadores de las obras. El artista, así lo señala Lucena, se convierte en un operador plástico que cumple el rol de estimular al visitante. Y eso parece que va bien, muy bien.
Ahora, si lo permiten, les contamos cómo fueron algunas de las grandes exposiciones de Lucena en Venezuela y en otros lados.
Si tuvieron la suerte de verlas, como nosotros ¡perfecto! Y si no habían nacido todavía cuando se presentaron, aquí tienen una referencia, y sobre todo, el testimonio de grandes críticos e historiadores del arte que al igual que nosotros también las celebraron.
Todo El Museo para Lucena
Octubre 1980. Museo de Arte Contemporáneo de Caracas. Exposición Nro. 46:Proposiciones de Víctor Lucena, 1969 -1980. Una lista de 31 obras que llevan todas la palabrashock, seguida de letras iniciales y números. El hecho de que le dieran todos los espacios del Museo –que abrió sus puertas en 1974– fue un verdadero privilegio para el joven artista y para los visitantes.
La directora Sofía Imber escribió en su presentación del catálogo que “Lucena restituye el asombro, y con ello nos incita a comprender que una de las razones de ser del arte es devolvernos la novedad y la impredecibilidad de las cosas”.
El curador de la muestra fue el ilustre historiador del arte venezolano Alfredo Boulton, quien destacó el trabajo innovador de Víctor Lucena en su texto del catálogo: Atrévase, toque y participe, sin dejar de señalar que es una obra muy difícil.
“Yo sé bien lo difícil que es entender y aceptar la obra de este artista, casi tan difícil como es explicarla y aun mas describirla, puesto que las motivaciones sensoriales que inventa Lucena son realizaciones prácticamente inexploradas dentro del campo de la materia artística”.
“El mensaje de Lucena va más allá del descubrimiento de situaciones imprevistas, va más allá de proclamar que el hombre tiene resortes emocionales que está poco acostumbrado a poner en juego. Su mensaje va dirigido a un total cuestionamiento del tradicional comportamiento humano, en cuanto a que todavía nos desconocemos”.
“Lucena -concluye Alfredo Boulton-, toma para él ese desafío y brutalmente nos lo echa en cara, como prueba de lo que aún no sabemos lo que somos. Y él nos desafía a no detenernos; nos desafía a seguir buscándonos. Por todos los medios posibles, sin detenernos en esa búsqueda, hasta encontrarnos a través de los medios y con los medios que sea. Cogito ergo sum.” Pienso. Luego existo.
“Space shock” en París
En 1989 Lucena participó en el homenaje de siete artistas venezolanos al Bicentenario de la Revolución Francesa en la capilla Saint Louis del Hospital de la Salpêtrière (construida en el Siglo XVII), con la exposición Les droits de l’art –los derechos del arte–, del 20 de octubre al 11 de noviembre.
El crítico de arte Pierre Restany, en su escrito de presentación se preguntaba por qué eran siete. En orden alfabético: Asdrúbal Colmenárez, Carlos Cruz-Diez, Narciso Debourg, Víctor Lucena, Alejandro Otero, Rolando Peña, Jesús Soto.
“Porque el siete –explicó– es un número clase aparte, el número perfecto, el de la Biblia, el de la antigüedad, de la cábala. Esos siete artistas de Venezuela son perfectamente conocidos en París, donde se formaron, donde han vivido y trabajado. Algunos de ellos han alcanzado un renombre planetario (…). Todos esos artistas se refieren, de cerca o de lejos, al espíritu constructivista que constituye el fundamento modernista del arte venezolano”.
No por nada el pensador Luis Castro Leiva decía que “Víctor Lucena es el más lúcido de nuestros constructivistas”. En esa tan bien configurada exposición, Lucena activó su Espacio Shock Dimensión “N”, con una instalación de 14 por 8 metros. No faltó el señalamiento del artista: “al referir el entorno se fijan con arbitrio coordenadas. Y éstas no son más que la reflexión de un individuo al tratar de traducir un acontecimiento en el tiempo y en el espacio”.
Barras y hielo en “Umbrales Etnosónicos”
Quien escribe tuvo la oportunidad de vivir de cerca todo el proceso de instalación de la obra de Víctor Lucena, Shock L.I Dimension “N” Suite B, 1990 en la muestra “Umbrales Etnosónicos”, del 30 de septiembre al 21 de octubre de 1990, en la Galería Astrid Paredes, Las Mercedes, Caracas, en la que también participaron Asdrúbal Colmenárez y el músico Ángel Rada.
¿Cómo no recordar esa instalación y la barra dorada de aluminio anodizado, 2 metros de alto por 25 mm de diámetro?
Uno pensaba, que al tocarla, esa barra estaría caliente, pero no, estaba fría, mientras que la barra plateada registraba 37 grados. ¿Acaso Lucena quería jugar con la sensibilidad de las personas?
Eso y más.
Según el artista, se trataba de “provocar reacciones, activar esa pequeña centella que rompe con los prejuicios, convertir al espectador en creador, protagonista de creaciones activas. Producir momentos de reflexión. Saber plantear situaciones, traducirlas a un lenguaje y verificarlas”.
Además de barras, la instalación de Víctor Lucena tenía dos panelas de hielo, uno seco, uno frío. Uno era materia evaporada, otro materia derretida, volumen creciente, volumen decreciente, tiempo rápido, tiempo lento, gas carbónico solidificado H2O, con sus impurezas, energías transformables.
Era una obra que tenía diferentes estadios, donde se relacionaban el tiempo y el espacio. El los llamaba momentos de reflexión.
“Si nos encontramos frente a una situación cambiada, opuesta a lo que se nos ha hecho creer –decía– quedaremos perplejos y dudaremos de nosotros mismos, pero reencontraremos nuestra propia realidad, no es más que un acontecimiento puro”.
Los artistas andan en busca de esa realidad verdadera, en un viaje de concientización por niveles cada vez más elevados. Como bien lo explica el teórico del arte italiano, Umbro Apollonio, quien seleccionó a Lucena para la muestra de artistas jóvenes en Arte Feria 78 Bolonia, Italia, “no se tratará siempre de un arte recreacional o confortante, pero también tendrá sus momentos lúdicos o también irónicos, mientras que en cada caso incrementará el crecimiento de la conciencia humana: el arte incluso cuando no lo mostraba tenía una enseñanza. Lucena, con los medios de orden artístico, penetra en las conciencias y les aumenta su potencialidad”.
Bio al vuelo
Víctor Lucena nació en Caracas en 1948. Se formó en la Escuela de Artes Plásticas Cristóbal Rojas en Caracas en 1964-65, cursando estudios de Arte Puro.
En 1966 viajó a Roma para un período de formación en la Academia de Bellas Artes. Luego viajó a París donde estudió y trabajó en sus primeras proposiciones de geometría conceptual. Una beca de trabajo de 4 años otorgada por INCIBA (Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes) le permitió realizar sus propias investigaciones.
En 1970 se instaló en Milán donde estudió escenografía, arquitectura, diseño gráfico y trabajó como profesor universitario. En 1973 presentó sus primeras exposiciones Shock y Proposiciones 1969 – 1972 en la Galería Christian Stein de Turín. Participó en numerosas muestras colectivas, Ferias de Arte y Bienales de varios países europeos.
En Venezuela, además de las muestras ya mencionadas, presentó sus trabajos en el Museo de Bellas Artes de Caracas, Galería La Cuadra, también en Caracas. Representó al país en la Bienal de Venecia 1999 con la curaduría de María Elena Ramos.
Y recuerden: la expo en Monitor estará hasta el 27 de abril. Así que ¡Bravo Lucena! Bravísimo. Perfecto. Perfectísimo. Hasta la próxima.
Margarita D’Amico